Un lugar pequeño, pero con un corazón enorme
Desde el momento en que llegamos, nos sentimos como en casa. El hotel es pequeño, pero no le falta nada: es cómodo, limpio, acogedor y con todos los servicios necesarios para una estancia tranquila y agradable.
Lo que realmente hizo la diferencia fue la atención del personal. Son personas honestas y amables. A mi hija se le olvidó su cartera en el hotel, y no solo nos llamaron de inmediato para avisarnos, ¡sino que incluso se tomaron la molestia de llevárnosla hasta donde estábamos! Ese tipo de detalles no se olvidan y hablan mucho del compromiso y la calidez humana que se respira en este lugar.
Sin duda, volveríamos. Un hotel que demuestra que no se necesita ser grande para ofrecer una gran experiencia.