By Expedia Team, on November 25, 2019

Qué hacer en Bolonia

“Estaremos de acuerdo en que si hay un color que asociar con Bolonia, este es el rojo. En todas sus tonalidades. El de sus fachadas y, si apuramos mucho, incluso el de la salsa boloñesa. Tan de allí como la mortadela.

Famosa por su gastronomía y por su cultura, Bolonia es una urbe fascinante y poco turística que guarda multitud de historias y secretos que seguro que te gustará conocer antes de tomar uno de los numerosos vuelosvque salen desde Barcelona o Madrid hacia la ciudad con los pórticos más largos de todo el mundo.

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La llaman la dotta, la grossa, la rossa. Docta, debido a que su Universidad fue fundada en el año 1088, lo que la convierte en la más antigua del mundo occidental. Gorda, por su gastronomía, pues no solo es patria de la salsa boloñesa -mejor si allí la llamas ragú- y de la mortadela, sino que, también, lo es de los famosos tortellini. Y Roja, por las tonalidades de sus fachadas y por su marcada militancia comunista a lo largo de la historia.

Bolonia tiene, también, el segundo casco histórico más grande del mundo, después de Venecia y, entre sus calles, pórticos y rincones, guarda algunos secretos que la hacen única. Son siete curiosidades que sirven para conocer un poco más y mejor la historia, la idiosincrasia y los recovecos que esta docta, gorda y roja ciudad italiana. Por eso, en Expedia te queremos desvelar esos secretos, para que te sirvan de aliciente a la hora de decidir si ir o no a conocer la cuna de la mortadela.

Primero pararemos en La Finestrella, una pequeña ventanita desde la que dicen que se puede ver Venecia. Más o menos. Bolonia es una ciudad que cuenta también con varios canales que antaño servían para transportar mercancías, pero que, actualmente, están soterrados. Por suerte, sobrevivió uno de ellos y, desde la pequeña finestrella de la Via Piella, aún se puede ver.

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Existe un lugar en Bolonia donde las paredes oyen. O más, bien, donde te oyen aunque le hables a la pared. Se trata de L’arco della Voce, bajo los pórticos del Palazzo del Podestá de la Piazza Magiori. Allí, bajo las estatuas de San Doménico y San Petronio, y de cara a la pared, habla. Si alguien se encuentra bajo el otro santo, podrá escucharte a la perfección e, incluso, podréis mantener una conversación. Un recurso que se utilizó mucho por parte de los curas, para poder confesar a los enfermos de lepra sin temor a que los contagiaran durante el servicio.

En la Piazza Maggiore se encuentra la fuente más famosa de la ciudad: La Fontana del Nettuno. La figura del mitológico dios fue diseñada por su creador con unos atributos “demasiado grandes”, por lo que el cardenal ordenó cercenar dichas magnitudes, que superaban lo permitido por la Iglesia. El escultor accedió, pero usó las perspectivas para salirse con la suya de algún modo. Si te sitúas sobre una baldosa de distinto color al resto, que se encuentra cerca de la biblioteca Salaborsa, podrás ver cómo se obra la magia y el dedo pulgar de su mano izquierda se convierte en dicha parte del cuerpo.

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También en la Piazza Maggiore se puede contemplar un secreto algo huidizo, pues solo se puede ver entre marzo y noviembre, que es cuando tiene lugar un curioso efecto lumínico en la basílica de San Petronio, al que llaman Il sole in un buco. La de San Petronio es la basílica principal de la ciudad, un edificio que fue casi catedral, pero al que desde Roma le pararon los pies porque pretendía ser mayor que San Pedro del Vaticano. En su interior existe una larga línea recta que indica la situación exacta del meridiano que la cruza. Es entre esos meses del año cuando la luz del sol se filtra por un agujero trazando una línea que marca la fecha exacta.

La siguiente parada nos lleva hasta la Strada Maggiori, donde se cuenta la historia de Le Tre Frecce. Tres flechas que se encuentran clavadas en la viga de un edificio y, según dicen, se encuentran ahí debido a tres bandidos que pretendían disparar contra un hacendado local, pero justo en el momento en el que iban a disparar, se distrajeron al ver a una mujer desnuda que se asomó desde una ventana del pórtico y sus flechas acabaron justo en el lugar donde están ahora y no en el cuerpo de aquel hombre.

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La historia de Bolonia está, también, asociada a la de la marihuana, curiosamente. En la Via Independenza, bajo la Torre Scappi se puede leer un mosaico en el suelo donde se lee: “panis vita, canabis protectio, vinum laetitia”. Dicha droga no solo estaba permitida en la antigua ciudad medieval, sino que su cultivo fue clave para el desarrollo de la misma.

Otra leyenda de la ciudad tiene al mismísimo diablo como protagonista. Cuentan que en la Piazza Santo Stefano residía una familia aristócrata, cuyos miembros tenían diversas rencillas internas no resueltas. El padre de dicho clan pagó a un escultor para que tallase, en la fachada del palacete familiar los rostros de todos los familiares. Y así hizo. Solo que, además, añadió la cara de un diablo. No se sabe si para representar a uno de los familiares o para advertir a todos de las maldades que albergaba dicha estirpe.

Si los siete secretos de la capital de la Emilia-Romaña no son suficiente motivo para haberte sacado ya un vuelo hacia allí, recuerda que aún has de descubrir Le Due Torri, dos torres de origen medieval y que son el gran icono de la ciudad: la torre Garisenda y la torre degli Asinelli y subir los 498 escalones de esta última, para ver, desde las alturas toda la ciudad a tus pies.

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