By Expedia Team, on October 30, 2019

Qué hacer en Carcassonne

Visitar Carcassonne es, para muchos, un sueño viajero. Y, lo cierto, es que la sureña ciudad francesa es un lugar al que siempre ir y regresar. Buena gastronomía, bucólicos campos y una ciudadela de cuento de hadas como pocas. Siempre hay algún motivo para disfrutar de la que, a todas luces, es una escapada perfecta.

La fortaleza medieval, con sus torreones puntiagudos que parecen frotarse con el cielo, evoca mejor que nadie una atmósfera medieval donde dragones, espadachines y bandidos a caballo pasean al atardecer. Y, si no lo crees, solo necesitas echar un vistazo al Robin de los Bosques de Kevin Costner o a las chifladas aventuras históricas de Jean Reno y Christian Clavier en Los Visitantes. La ciudad es poseedora de uno de los burgos medievales mejor conservados de Europa y, por ello, ha sido plató de numerosas y famosas películas. Es posible que, de alguna manera, desde el sofá de tu casa ya hayas paseado por sus ancestrales calles sin saberlo.

Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la ciudad y su fortín forman parte de la Ruta de los Castillos Cátaros del sur de Francia y, desde Expedia, te queremos llevar a través de esta lectura a descubrir, si eres primerizo, o redescubrir, en caso de que seas repetidor, esta maravilla del medievo.

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El Puente Viejo
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Lo mejor es comenzar el “asalto” bien temprano en la mañana y atravesar, por ejemplo, el puente viejo de Carcassonne. Lo ideal sería hacerlo a caballo, al menos, el escenario es lo que pide, pero sería raro dado el mundo actual en el que nos movemos.

En realidad, no es el único puente, pero sí el más conocido. Especialmente, porque tiene una de las más impresionantes panorámicas de la ciudad. Tanto es así, que volver por la noche para contemplar la ciudadela iluminada es un deleite visual que podría parecer casi irreal.

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La Ciudadela
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Cincuenta y dos torreones y tres kilómetros de muralla color caramelo conforman su llamativo perfil y nos hablan directamente desde el medievo y, aunque Carcassonne fue restaurada en el siglo XIX, esta restauración fue bastante respetuosa con la original. Aunque, también, se dedicaron a innovar y añadir, por ejemplo, las inconfundibles y puntiagudas terminaciones de las torres, lo que la hace asemejarse a un castillo Disney. Para algunos, algo que las hace entrañables y más atractivas, aunque, para muchos especialistas, le dan, precisamente, cierto aspecto de parque temático – como Disneyland-.

Tras un paseo por la Cité, es momento de hacer una visita al castillo Comtal, que data del siglo XII, y a la basílica románico-gótica de St-Nazaire, con sus espectaculares vidrieras y dejarse llevar por la tromba de imágenes y sensaciones que despide esta ciudad que pasa por ser el tercer lugar más visitado de Francia, justo por detrás de París y el Mont Saint-Michel. St-Nazaire fue durante mucho tiempo catedral, hasta que, en 1803, la sede episcopal se transfirió a la de Saint-Michel, de estilo gótico del siglo XIII.

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La foto con los viñedos
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Llevarse recuerdos fotográficos hechos por uno mismo es una de las obsesiones viajeras de nuestra generación. Si no se ha fotografiado es como si no se hubiera visitado. Algunas de las mejores vistas panorámicas de la ciudadela de Carcassonne se toman, como es evidente, alejándose un poco, pero ¿hacia dónde dirigirse?

Una buena opción es acercarse al hotel Des Trois Couronnes y tomar algo en su restaurante-cafetería, las vistas desde allí bien lo valen.

Por otro lado, otra de las imágenes por excelencia de este escenario medieval se tiene desde el sur de la ciudad, con los formidables viñedos en un primer plano, embelleciendo aún más, si cabe, la estampa. Para poder realizar esta fotografía en concreto, es necesario desplazarse hasta allí en coche.

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Cassoulet
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Contemplar y pasear por un lugar tan formidable puede acabar siendo agotador y, sobre todo, da mucha hambre. Al viajar y tomar contacto con otras culturas diferentes a la nuestra, no basta con ver y admirar, también es necesario hacer una inmersión en su mundo gastronómico, y el de esta región de Francia tiene un nombre que destaca por encima de los demás: cassoulet.

Se trata de un guiso tradicional de intenso sabor donde las protagonistas son las alubias blancas y la acompañan diferentes tipos de carne y embutidos como costilla de cerdo, salchichas y pato confitado. Un plato que aunque, en principio, es originario de Castelnaudary, las ciudades de Carcassonne y Toulouse se rifan su nacimiento y cada una de las tres ciudades presume de tener la mejor en sabor y calidad. Y, como no podía ser de otra manera estando en Francia, una de las mejores cosas que podrás hacer aquí es comer.

Para degustar tan potente manjar o cualquiera de los platos franceses por excelencia como caracoles, foie gras o crepes, lo mejor es dejarse aconsejar por los lugareños, por eso evita la zona turística, especialmente en la Ciudadela, y dirige tus pasos y estómago hacia la parte baja de la ciudad, pues es ahí donde hacen vida los autóctonos.

No obstante, si el antojo de comer en la Ciudadela aparece, es recomendable hacerlo en L’Escargot donde, como su nombre indica, la especialidad son los caracoles; o en el Restaurant Adelaide, donde se sirve comida tradicional francesa, por lo que puede ser la oportunidad ideal para probar el cassoulet.

Saliendo del meollo más turístico y cerca del Puente Viejo, se encuentra Restaurant le 37, un local de ambiente familiar donde destaca la calidad y el sabor de sus platos a precios económicos. Y con su cassoulet, un poquito de queso y una copa de vino, podemos poner punto final a esta escapada para descubrir y devorar la idílica ciudad de Carcassonne.

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