By Expedia Team, on October 18, 2019

Rincones tranquilos en Mallorca para escapar del turismo de masas

“No se puede negar que las Islas Baleares son un auténtico paraíso lleno de playas idílicas, sitios históricos, enclaves mágicos y una gastronomía excepcional, lo que las convierte en un destino fantástico para vacaciones o una escapada. Mallorca, la isla más grande, es también la más completa y el centro neurálgico del turismo estival en el Mediterráneo, pues en los meses veraniegos podemos decir que los turistas la invaden en masa. Aun así, si se busca todavía se pueden encontrar rincones casi desconocidos lejos de este turismo de masas. ¡Ahí van nuestras recomendaciones!

Banyalbufar
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Uno de los pueblos más bonitos de la isla, protegido por la Sierra de Tramontana de las hordas de turistas. Los viñedos y las granjas que se sitúan en terrazas artificiales escalan la ladera de la montaña hasta el centro del pueblo y os proporcionarán unas fotografías preciosas. Además de las impresionantes vistas que ofrece esta población, podréis visitar algunas bodegas o la Torre de Ses Ànimes, construida para defenderse de los ataques de los piratas en el siglo XVII. Además, si decidís alojaros aquí, tenéis varias rutas ciclistas y de senderismo disponibles, por no hablar de las bonitas calas prácticamente solitarias de los alrededores.

Llucalcari
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Este pueblo que encontramos de camino a Sóller está escondido de las masas en la bella Sierra de Tramontana y poca gente se detiene aquí, ya que no son más unas cuantas viviendas esparcidas por la ladera de la montaña. No obstante, casi nadie sabe que aquí hay una cala conocida como Es Canyaret, que no se diferenciaría mucho de otras de la isla si no fuera por el barro producido por una fuente de agua dulce, bajo una higuera, y que muchos visitantes aprovechan para darse baños de barro a fin de rejuvenecer la piel y relajarse. Esta es sin duda una opción estupenda para relajarse lejos del bullicio.

Port del Canonge
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Entre las dos poblaciones anteriores, y sin salirnos de la Sierra de Tramontana, nos toparemos con este paraje de belleza difícilmente comparable tras haber recorrido una difícil carretera llena de curvas muy cerradas. Las típicas barquitas de pescadores, sus playas de piedras y aguas cristalinas, y los senderos que recorren el bosque entre este lugar y Banyalbufar seguramente se ganarán un lugar en vuestro corazón y en vuestros recuerdos más queridos.

El baldaquino de Gaudí
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No todos los turistas lo saben, pero dentro de la Catedral de Palma de Mallorca se puede admirar una de las obras de Gaudí. Se trata del baldaquino diseñado por el genial arquitecto catalán para embellecer la zona del Altar Mayor. Esta hermosa estructura al más puro estilo de Gaudí se encuentra suspendida en el aire, lo que dotó de mayor luminosidad al interior. Uno de los secretos mejor guardados de la capital de Baleares.

El Molinar
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Antiguamente era un pueblo de pescadores que acabó siendo absorbido por el crecimiento de Palma de Mallorca, pero en los últimos años se ha convertido en una de las zonas más frecuentadas por los propios mallorquines. Aquí difícilmente encontrarás otros turistas, por lo que es perfecto para mezclarte con los habitantes de la isla y tapear o tomar algo en alguno de los sitios a los que ellos van. El Paseo Marítimo nos brinda la oportunidad de un paseo al atardecer, pero si decides adentrarte en el barrio pronto encontrarás los vestigios de su pasado como pueblito marinero.

La iglesia del Temple
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Sin salirnos de Palma de Mallorca, podemos visitar una de las iglesias de los famosos caballeros templarios. Esta iglesia del siglo XIII es muy poco conocida, incluso por los propios habitantes de la ciudad, así que seguramente seáis de los pocos que acudan allí. No os vayáis sin visitar el atrio de la iglesia, sin ver el techo de estilo mudéjar, y sin admirar los tapices con escenas del Antiguo Testamento. Aquí, la Orden del Temple custodió el botín tomado a los musulmanes tras la conquista de Mallorca por las tropas cristianas y todavía conserva hoy en día el halo de misterio y leyenda que rodea a los desdichados caballeros, que según la leyenda enterraron su fabuloso tesoro bajo los cimientos de este edificio cuando se decretó la disolución de la Orden.

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El Convento de San Francisco
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A pesar de encontrarse a tan sólo cinco minutos a pie de la concurrida Plaza de Cort, este convento franciscano es un lugar casi desconocido, ya que suele estar fuera de los circuitos turísticos habituales. Merece la pena el paseo hasta aquí para deleitarse con la prodigiosa decoración de la fachada y del claustro, así como para presentar nuestros respetos ante la tumba de Ramón Llull, tal vez uno de los sabios más importantes de la Edad Media, pionero en el uso del mallorquín escrito como lengua de transmisión de la cultura, y a quien se le atribuye la invención de la rosa de los vientos y el nocturlabio, utilizado para orientarse mediante la posición de las estrellas.

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