By Expedia Team, on August 24, 2017

Viaje al Imperio inca: el Valle Sagrado, Cuzco y Machu Picchu

“La mágica armonía en la que conviven las construcciones humanas y la belleza de la naturaleza confiere a Perú un encanto singular. Situado en una cresta rocosa que se asoma al verde valle del Urubamba a 2.430 metros de altura, el Machu Picchu, último baluarte del Imperio inca, encierra el misterio de una civilización legendaria con un pasado glorioso que, a pesar de no poseer un sistema de escritura, ha dejado su huella en el Valle Sagrado y en Cuzco.

### Perú, cuna del Imperio inca

No basta un solo viaje para conocer la historia del imperio precolombino más extenso del continente americano, que se desarrolló entre los siglos XIII y XVI. Sin embargo, atravesar los templos, la plaza sagrada y los edificios construidos en la roca sabiamente tallada del Machu Picchu, último baluarte del imperio, visitar Cuzco, símbolo del apogeo de la cultura inca, o recorrer el Valle Sagrado, joya engastada en las vetas de los Andes peruanos que se asoman con sus 6.000 metros de altura, significa vivir de cerca la rica y compleja historia de una civilización que todavía hoy permanece viva en la lengua quechua, en los restos de una arquitectura única, y en las fiestas místicas y los rituales antiguos.

Visitar Perú significa retroceder 20.000 años en el tiempo. Es apreciar las misteriosas líneas de Nazca, los templos de la cultura Chavín, los restos del reino chimú y el crisol de estilos de Lima; es descubrir la ciudad sagrada de Caral y las tumbas de los waris; es conocer el legado de las culturas prehispánicas y los conquistadores españoles. Sin embargo, Perú se considera ante todo la cuna de la civilización inca y del extenso imperio de Tahuantinsuyo, dominado por una monarquía teocrática. Es fascinante pensar que todavía hoy en día los descendientes de esta misteriosa civilización recorren los caminos de este grandioso imperio, que en su periodo de máxima expansión cubría un territorio de más de dos millones de kilómetros: de la actual Colombia a Ecuador, de Perú a Bolivia y de Chile a Argentina.

1. El Valle Sagrado, entre templos incas y plantaciones de maíz

En los imponentes Andes existen numerosas aldeas pintorescas que se yerguen en terrazas exuberantes. Písac, con su mercado artesanal y su gran árbol de la plaza central, Yucay, Urubamba o Ollantaytambo, protegida por su imponente fortaleza, son el marco incomparable del Valle Sagrado, uno de los circuitos más fascinantes de Cuzco. Esta región situada a un centenar de kilómetros del Machu Picchu es el corazón de la producción agrícola inca y en ella se cultiva el mejor maíz peruano. Las familias locales reciben a los visitantes con los brazos abiertos y les ofrecen la posibilidad de participar en la recogida de la sal o en antiguos rituales andinos.

La majestuosidad de la arquitectura inca se entremezcla con las transformaciones que los conquistadores españoles introdujeron en las características aldeas. Es suficiente un día para admirar el Valle Sagrado, que discurre paralelo al río Urubamba, al que se puede llegar desde Cuzco tras aproximadamente una hora de camino.

2. Cuzco, el corazón del gran Imperio inca

La ciudad de Cuzco, con un plano en forma de puma, es un extraordinario rompecabezas en el que la colosal arquitectura de la capital del Tahuantinsuyo se amalgama con las iglesias, los conventos y las residencias de los conquistadores españoles. Los incas consideraban Cuzco el ombligo del mundo, una sorprendente encrucijada en la que confluían el mundo de los infiernos, el mundo visible y el mundo superior. El legendario Manco Capac fundó la ciudad en el lugar que le reveló el dios Sol. Cuzco pronto se convirtió en la ciudad más importante de los Andes, la sede del gobierno del reino inca y su principal centro cultural y religioso.

Caminar en pleno corazón de la cordillera, entre terrazas escalonadas donde los restos de los edificios incas se fusionan con las iglesias y las construcciones españolas a aproximadamente 3.000 metros de altura, es una experiencia única.

El barrio de San Blas, la calle Hatun Rumiyoc, una de las más frecuentadas por los turistas, la catedral con su fachada renacentista y el interior barroco, la plaza de Armas, el santuario del Coricancha dedicado al dios Sol, sobre el que se construyó el convento de Santo Domingo… Este patrimonio cultural de la humanidad, fruto de una perfecta simbiosis entre pueblos y culturas, es todavía hoy un museo viviente suspendido entre el cielo y la leyenda que deja sin respiración al visitante.

Amplia vista de la ciudad de Cusco y las montañas que la rodean
Public domain. Via Wikimedia Commons

3. Machu Picchu, la última ciudad de los incas

Este impresionante complejo de piedra está situado a aproximadamente 2.400 metros de altura en un verde valle rodeado por el río Urubamba. El yacimiento arqueológico de Machu Picchu hechiza con un silencio que nos transmite siglos de historia.

Fue el emperador inca Pachacútec quien, en 1440, construyó la ciudad que permaneció habitada hasta la conquista española en 1532, tras lo cual se sumió en un silencio que duró cuatro siglos, hasta que la sacó a la luz el arqueólogo Hiram Bingham en 1911.

Tal vez se trataba de una residencia veraniega en la que el emperador y la corte se relajaban dedicándose a la cacería, o quizá formaba parte de una ruta de peregrinaje que comenzaba en el legendario lago Titicaca, en Bolivia, y finalizaba cerca de Cuzco.

Los templos, los edificios de planta rectangular, las fuentes, las escalinatas y las construcciones de piedra sobre terrazas poseen un atractivo irresistible para los visitantes. El poeta chileno Pablo Neruda la definía como la “alta ciudad de piedras escalares” donde “la cuna del relámpago y del hombre se mecían en un viento de espinas”.

Un muro, un foso usado para el drenaje de la ciudad y una escalinata separan las dos grandes zonas del complejo: el área agrícola con sus terrazas al sur, y la zona urbana con sus edificios civiles y religiosos al norte. Destacan el templo del Sol, que todavía conserva restos de antiguas incrustaciones ornamentales, y el templo de las Tres Ventanas, el templo Principal y la casa del sacerdote, situados estos tres últimos en la plaza sagrada. Sin embargo, el complejo más grande de Machu Picchu es el grupo de los morteros. Los dos afloramientos rocosos tallados en forma de mole circular hacen pensar que se usaban para moler grano.

Al santuario histórico de la ciudad se accede por el antiguo sendero construido por los incas, que se recorre en aproximadamente tres días de caminata. Para llegar al inicio del itinerario a pie es necesario tomar el tren hasta el kilómetro 82 de la línea ferroviaria Cuzco-Aguas Calientes.

Otra alternativa es seguir la carretera Hiram Bingham, que asciende la cuesta del Machu Picchu desde la estación de ferrocarril de Puente Ruinas.

Ruinas de Machu Pichu
Public domain. Via Wikimedia Commons

Fotografía de portada: Vistas sobre el Machu Pichu. By Pedro Szekely at http://www.flickr.com/photos/pedrosz/ (http://www.flickr.com/photos/pedrosz/2115782565/) , via Wikimedia Commons”