By Expedia Team, on October 24, 2019

Excursiones de un día desde Roma: 3 sugerencias

“Si ya has reservado tus vacaciones en Roma, seguro que tienes montones de ideas para visitar los innumerables monumentos que salpican la ciudad, recorrer el Foro Romano o dedicar parte de tu tiempo a encontrar las mejores heladerías de la ciudad. Pero también puedes salir de la urbe y visitar sus playas más cercanas, acercarte a Nápoles para visitar las ruinas de Pompeya o incluso hacer una visita relámpago a Florencia. En este artículo te proponemos tres escapadas de un día desde Roma que te permitirán descansar un poco del bullicio de la ciudad.

### 1 .Visita a las ruinas de Ostia Antica

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Nuestra primera propuesta se encuentra a unos 25 kilómetros de Roma y en ella combinamos un recorrido por las ruinas de Ostia Antica con una visita a la playa. Ostia Antica era el puerto de la antigua capital del Imperio romano y recientemente se ha descubierto que es mucho más grande de lo que hasta ahora se había creído. Observando sus ruinas podemos ver la evolución de esta población desde sus orígenes como guarnición militar estratégica, que se fundó para defender el río Tíber, hasta que se convirtió en toda una ciudad, con joyas arquitectónicas extraordinarias como el Teatro Romano y el Palacio Imperial.

Si te fascinan los mosaicos romanos, no te puedes perder las termas de Cisiarii y de Neptuno, donde podrás admirar maravillosos ejemplos de estas composiciones que han sido recientemente restaurados.

Para terminar, puedes coger un poco de aliento después del paseo por las ruinas en la playa de Ostia, también conocida como la “playa de Roma”. Si has programado tu viaje para los meses de más calor, aprovecha para tumbarte un rato en la arena bajo el sol y respirar el aire fresco del Mediterráneo como si fueras un romano más.

### 2. Festival de la uva en Marino

Marino es un pequeña ciudad del Lacio situada a 21 kilómetros de Roma, en la que el primer domingo de octubre se celebra un festival dedicado a la uva y al vino. Esta fiesta anual de la uva atrae a miles de personas de toda la región, y en ella podrás disfrutar de una procesión, escuchar música tradicional y degustar la gastronomía de la zona. El punto culminante llega cuando de la fuente de los Cuatro Moros empieza a brotar vino en lugar de agua y todo el mundo se apresura a probarlo. Quién sabe, quizá tengas suerte y se repita lo que sucedió en 2008, cuando debido a un fallo técnico empezó a manar vino hasta de los grifos de las casas.

Durante la festividad, las bodegas tradicionales de la ciudad se abren al público para que los viajeros puedan visitarlas y comprar sus vinos. Se trata de un acontecimiento que no te puedes perder.

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### 3. Visita a Castel Gandolfo

Castel Gandolfo, una pequeña localidad situada a orillas del lago Albano, toma su nombre de la familia genovesa Gandulfi, quienes hacia 1200 construyeron en la colina donde hoy se encuentra la ciudad una pequeña fortaleza amurallada cuadrada, con un patio interno, varias torres y un jardín. Posteriormente, la construcción pasó a ser propiedad de la familia Savelli, que la mantuvo hasta 1596. Ese año, por una deuda contraída con el papa Clemente VIII que la familia no pudo pagar, la propiedad pasó a manos del pontífice quien, en 1604, la declaró patrimonio de la Santa Sede. Este fue el primer núcleo de la residencia papal tal y como la conocemos hoy en día. En 1623, el cardenal Maffeo Barberini fue elegido papa (Urbano VIII) y decidió convertir este lugar en su mansión de verano, adaptando y ampliando la vieja fortaleza. Desde entonces, muchos papas han escapado del calor sofocante del verano romano buscando alojamiento entre las cuatro paredes de esta edificación.

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El papa Francisco no ha utilizado nunca el palacio de Castel Gandolfo y parece no tener intención de hacerlo, ya que en 2014 tomó la decisión de abrir algunos de sus espacios al público y desde 2016 se puede acceder incluso al apartamento papal, una enorme y luminosa estancia ubicada en lo más alto del palacio desde la que se divisa el mar, pero que sorprende por su austeridad, el pequeño tamaño de su lecho y la escasez de su decoración y su mobiliario. Durante la Segunda Guerra Mundial el palacio se convirtió en refugio y sala de partos, y esta habitación fue testigo del nacimiento de unos 40 niños. Estos bebés recibieron el sobrenombre de “hijos del Papa” y a muchos de ellos se les bautizó con el nombre de Eugenio en honor al papa Pío XII, que fue quien les abrió las puertas.

Los jardines de este palacio, que miden dos kilómetros de largo, albergan rincones proyectados por Bernini, una zona arqueológica con restos romanos y hasta una enorme granja con una importante explotación ganadera. Desde los jardines a la italiana, en forma de terrazas, se divisa también la campiña de Roma.”