By Expedia Team, on February 4, 2019

Artistas que pintaron España

“España es cuna de grandes artistas. Muchos de sus pintores figuran en los anales como maestros de la Historia de la Pintura Universal. Nombres como Velázquez, Murillo, Goya o Dalí son solo unos pocos de los grandiosos genios que nos dejaron un legado de valor incalculable.

Conscientes de que resultaría prácticamente imposible realizar una revisión sobre la totalidad de los grandes pintores españoles, te proponemos otra experiencia. Veamos este país a través de los pinceles de algunos de los mayores talentos patrios. Acompáñanos a esta particular exposición sobre artistas que pintaron España.

El Greco y Toledo
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En 1577 llega a España El Greco. Viene con la intención de convertirse en favorito de Felipe II. Sin embargo, al monarca no le convenció su pintura. A pesar de ello, el artista quedó fascinado por el legado histórico de la capital castellana y por una clase empoderada que apreciaba el arte.

En esta ciudad se instala hasta su muerte. En ella elabora cuadros que se han convertido en lienzos únicos y de una factura completamente original. Esa que utilizó para recrear zonas de la ciudad, bien como fondo de sus pinturas religiosas o como auténticos protagonistas de la obra.

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Es el caso de Vista de Toledo, perteneciente a la colección de arte del Museo Metropolitano de Nueva York. Con una visión manierista, que roza el barroco, El Greco realiza su particular recreación de la ciudad. Juega con su trazado, quita y pone edificios, fracciona la composición para dar cabida al Tajo…

Cabe destacar la visión fantasmagórica y una iluminación dura que extrae todo el partido al perfil de los edificios. Sin duda, un aporte muy significativo para los futuros surrealistas.

Otra de sus recreaciones de la ciudad es Vista y Plano de Toledo, una obra de su última etapa. Se puede visitar en la Casa Museo del Greco, ubicado en el Barrio de la Judería de la antigua urbe.

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Este cuadro aporta la originalidad de ser un aporte hasta entonces nunca visto en España. Lugares como Venecia o Roma, donde El Greco había residido anteriormente, sí que acudían frecuentemente a los pintores para que escalaran un plano de las ciudades.

En esta ocasión, el pintor aprovecha para incluir en la escena los edificios modernos que se habían incorporado a la ciudad desde su llegada. Así, aparecen el Alcázar o la Puerta de Bisagra, por poner algunos ejemplos.

Joaquín Sorolla y Valencia
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Si hay un pintor realmente vinculado al levante español ese es Joaquín Sorolla. Valencia es siempre fuente de inspiración para este maestro de la luz. No en vano, además de la técnica impresionista y postimpresionista, también se le encuadra en la escuela de los iluministas.

Sabe captar acciones cotidianas y captar momentos recreativos como nadie. Sobre todo, nos permite admirar el poder que ejerce el mar valenciano en sus cuadros. Evidentemente, con este perfil, no podía faltar una de sus obras más conocidas: Niños en la Playa.

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El cuadro se encuentra en el Museo del Prado de Madrid. Resulta cautivador contemplar el cuerpo de los chiquillos mojados por el agua. Se intuye la forma en que disfrutan de su baño desnudo, al uso de la época.

Este se convirtió en un tema recurrente del pintor valenciano, que tomaba zonas de playas como la de la Malvarrosa, para mostrar a pequeños infantes nadando o jugando con las olas. El paseo de las mujeres valencianas, por la orilla del mar también formó parte de su imaginario particular.

Antonio López y Madrid
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Sobrino de otro Antonio López, también destacado pintor, este autor ha sabido ofrecernos una mirada hiperrealista sobre la capital de España. Su obsesión por captar hasta el último detalle y plasmar la realidad más mínima, le hacen invertir años en la terminación de sus obras.

El caso más conocido es el del retrato de la Familia Real de Juan Carlos I, en el que ha invertido más de dos décadas. Este acontecimiento causó un gran revuelo en la sociedad española. Sin embargo, el pintor no accedía a dar por terminada su obra.

Volviendo a sus imágenes de Madrid, que más que pinturas parecen casi fotografías, podemos destacar Madrid visto desde el Cerro del Tío Pío. Este cuadro se encuentra en el Museo Reina Sofía de Madrid.

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Pero si existe un cuadro realmente espectacular con una panorámica de la capital española, ese es Madrid desde Torres Blancas. Esta obra maestra, que tardó más de siete años en pintar, se rodea de un halo prácticamente fotográfico.

La composición pertenece a una colección privada. De hecho, se convirtió en la obra más cara de un artista español vivo. La subasta se llevó a cabo en la londinense Christie’s y se pagó 1.744.000 €.

Joan Miró y Barcelona
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Ni que decir tiene que el vínculo de Miró con la Ciudad Condal es indiscutible. Representante hasta el extremo del surrealismo, Barcelona está repleta de obras que el artista realizó para que formará parte de sus calles.

Es el caso del Pavimento Miró, un mosaico ubicado en la Plaza de la Boquería, en lo más céntrico de La Rambla. Con él, Miró quiso hacer un homenaje a los turistas que llegaban a Barcelona a través del mar.

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Como curiosidad, podemos destacar la Serie Barcelona. Se trata de una colección formada por 50 litografías. Sorprende la ausencia de esa explosión de color tan propia de Joan Miró. Sin embargo, para esta tanda prefirió el blanco y negro. Puede contemplarse en la Fundación Joan Miró.

Picasso y el Guernika
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El genio malagueño nunca pudo superar el impacto que le causó el bombardeo de Guernica. El 26 de abril de 1937, la legión Cóndor nazi y los fascistas de Mussolini, lanzaron miles de obuses sobre el pequeño pueblo de Vizcaya.

La masacre contra la población civil fue un acto de apoyo de Alemania e Italia al sublevamiento del dictador Francisco Franco. La andanada duró alrededor de tres horas. Descargaron 31 toneladas de bombas. Causaron la muerte de más de 1600 civiles y pocas zonas de la villa quedaron en pie, según consta en los archivos del Museo de la Paz de Guernica.

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Precisamente fue un roble, popularizado como el Árbol de Guernica, uno de los pocos efectos que se mantuvieron en pie. Este roble que se encontraba situado delante de la Casa de Juntas fue adoptado como símbolo de las libertades vascas.

Entre mayo y abril de ese mismo año, Picasso pintó su fabuloso cuadro. Fue un encargo del Gobierno de la República en el Exilio. Su finalidad sería la de ser mostrado en la Exposición Internacional de París. Allí serviría de instrumento para recabar apoyo internacional para la causa republicana.

En la actualidad, el mural de casi 8 x 3,5 m. se alberga en el Museo Reina Sofía de Madrid. Allí llegó en 1981 desde el MOMA de Nueva York, donde había permanecido por expreso deseo del artista.

La obra fue concebida como un enorme cartel publicitario. Se convirtió en todo un testimonio de la barbarie de la contienda y de la crueldad de la Guerra Civil española. En la actualidad está considerada una de las piezas claves del Arte del siglo XX.

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