By Expedia Team, on February 11, 2019

Pintura de temática marina: los 10 cuadros más bonitos

“De los cuadros que representan el mar, ¿cuáles han pasado a la historia? Hemos seleccionado las 10 obras de temática marina más célebres en una lista que va de Botticelli a Magritte.

### 1. El nacimiento de Venus

Este cuadro, una de las obras más famosas de la Galería de los Uffizi, es de los más destacados del Renacimiento florentino y, sin duda, el más conocido de Sandro Botticelli. Los personajes en primer plano, con la espléndida Venus a la cabeza, dominan el lienzo de tal manera que nos hacen olvidar que lo que tenemos delante es un cuadro de temática marina. Y sin embargo ahí está, con sus aguas rizadas por el soplo de Céfiro, que simbolizan la potencia generadora de la naturaleza: de hecho, de la espuma marina nace la diosa que, de pie sobre una concha, aparece en toda su pureza y perfección.

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### 2. La balsa de la Medusa

Lienzo de 5 × 7 metros en el que se representa el drama de un naufragio. Théodore Géricault empezó a trabajar en él en 1818 y tardó más de un año en completarlo, realizando una obra que, con su trágico realismo anatómico y expresivo, es reconocida como un icono del Romanticismo francés. En este caso, la naturaleza no es una potencia generadora, sino destructora. A ella sucumbe un ser humano que ya no puede dominarla: el mar, de un intenso verde que contrasta con la palidez de los personajes, se desata en una tempestad de olas devoradoras contra los náufragos, que son presa del dolor y la desesperación. La balsa de la Medusa, fuente de inspiración para muchísimos artistas de todas las épocas y lugares, pertenece, sin duda, a las obras más bonitas del Louvre.

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### 3. Impresión, sol naciente

Si La balsa de la Medusa es uno de los cuadros más trágicos y tumultuosos de temática marina, Impresión, sol naciente es uno de los más plácidos. En él se muestran las aguas de un puerto (el de Le Havre, en Normandía) representadas al despuntar de un día de sol y niebla. Esta obra del célebre Monet es conocida a nivel global como el manifiesto del movimiento impresionista, del que encarna todas las características más destacables. La primordial es la importancia de la pintura en plein air (es decir, al aire libre), que logra producir, a través de una inmersión total en la naturaleza, formas de arte expresivas a partir de la visión subjetiva de un momento. El mar, en este caso, se convierte en musa inspiradora de la poesía del artista que, con escuetas pinceladas, fija en el lienzo un paisaje hecho de luces, reflejos e impresiones.

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### 4. El Temerario remolcado a dique seco

William Turner, al igual que Géricault, fue uno de los pintores más influyentes del movimiento romántico, además de uno de los mayores precursores del impresionismo. Se hizo famoso sobre todo por sus representaciones de paisajes y, en este caso, por sus cuadros del mar, en los que temporales y naufragios suelen sacudir con potencia al observador guiándolo hacia “lo sublime, una especie de agradable horror”. No obstante, en El Temerario remolcado a dique seco, el mar pierde su naturaleza más violenta y deja espacio a una armonía descorazonadora. Este ambiente lánguido lo inspira el tema del cuadro: de hecho, Turner representa la “muerte” del Temerario, un heroico buque de guerra de la Marina Real británica que, tras haber prestado un honorable servicio en la batalla de Trafalgar, se desguazó para dar paso a los novedosos buques de vapor. Mediante un uso original y hábil de la luz y el color, el artista rinde así un homenaje al ocaso de un pasado glorioso.

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### 5. La gran ola de Kanagawa

Se trata, probablemente, de la obra figurativa más famosa de todo el arte japonés o, al menos, de la más conocida en Occidente. El artista Hokusai realizó esta xilografía -término que designa la impresión en relieve sobre planchas de madera- alrededor de 1830; en ella están representadas tres barcas de pesca atrapadas en un mar borrascoso y, al fondo, el monte Fuji con la cumbre nevada. El agua, la humanidad y la tierra se mezclan en una armoniosa composición blanca y azul, que domina la gran ola arqueada en primer plano, protagonista indiscutible de la obra. El mar es aquí el tema utilizado para abrir un canal de comunicación inmediato, hecho de imágenes sencillas y, al mismo tiempo, elegantísimas, lo que se traduce en un resultado estético intachable.

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### 6. Muchacha en la ventana

Salvador Dalí pinta Muchacha en la ventana durante su período de juventud, cuando empieza a definir su propio estilo experimentando con diversos enfoques artísticos. En este caso, el paisaje no es lo dominante, sino que la composición se divide de forma equilibrada entre el gris de la superficie marina visible desde la ventana y la chica que se asoma a ella. Se trata de Anna Maria, la joven hermana de Dalí, a la cual pintó con frecuencia durante los años 20, pero que aquí aparece representada en su retrato más famoso, aunque esté de espaldas. En esta composición, el mar es el trasfondo de la meditación humana y se une a una tranquila dimensión doméstica que, como se deduce de la ausencia de la hoja izquierda, oculta una naturaleza surrealista.

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Cortesía del Museo Reina Sofía

### 7. La rotonda de los baños Palmieri

La rotonda de los baños Palmieri, obra del pintor toscano Giovanni Fattori, está considerada uno de los máximos exponentes del arte de los macchiaioli del siglo XIX, del que quedan patentes las principales características distintivas. En lo que respecta al tema, Fattori opta por retratar un grupo de siete mujeres que se relajan en la playa, en la costa de Livorno; se trata de una escena de la vida cotidiana que, como es habitual en la tradición de los macchiaioli, se aleja de las temáticas estrictamente clásicas. Desde el punto de vista técnico, se ve cómo los colores se emplean en toda su pureza, por lo que la imagen se define mediante manchas yuxtapuestas de tonalidades contrastantes, sin ningún contorno. Gracias a esta audaz experimentación, en la segunda mitad del siglo XIX se puede hablar por primera vez del nacimiento de un arte “moderno” en Italia.

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### 8. Dos mujeres corriendo por la playa

Entre los 10 mejores cuadros con temática marina no podía faltar un Picasso. En Dos mujeres corriendo por la playa, las olas impetuosas de Géricault y los reflejos impactantes de Turner son solo un recuerdo muy lejano. El maestro cubista usa colores planos y mediterráneos para definir volúmenes enormes que, no obstante, parecen ignorar de forma sorprendente su propio peso: las dos enormes mujeres se abandonan a un baile de libertad, enérgico y vital, que supera cualquier barrera física y se une al paisaje en una vertiginosa armonía. El mar, el cielo y la tierra se convierten, en este contexto, en una auténtica conquista humana. El cuadro se pintó en los años 20, cuando Picasso solía pasar los veranos en Bretaña, con su mujer, Olga, y su hijo, Paulo. Un período especialmente feliz, como queda bien patente en esta obra.

### 9. Acantilados blancos en Rügen

La pintura romántica se dedicó en gran medida a representar paisajes, principalmente marinos. Por tanto, no es de extrañar que incluyamos en la lista a un tercer artista perteneciente a este movimiento: a Géricault y Turner se añade Caspar David Friedrich, que es quizá quien más representa a través de sus obras el llamado “sentimiento de lo sublime“. Acantilados blancos en Rügen es una de sus composiciones más emblemáticas. Las altas paredes rocosas, que quedan cerradas por encima con las copas de dos árboles, forman un marco circular abierto al mar. El espectáculo natural que retrata Friedrich deja embelesado al observador, igual que al hombre representado en el cuadro, absorto en una profunda meditación mientras otea el horizonte: solo a través de la contemplación de la naturaleza, el ser humano puede reconectar con su espíritu y llegar hasta lo sublime.

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### 10. La condición humana II

Magritte es, junto a Dalí, el artista más representativo del movimiento surrealista. Su estilo es inconfundible: dibujo sencillo, colores planos y temas cotidianos para representar escenas con una resolución enigmática e inesperada. Los títulos de las obras, cuando menos herméticos, completan el efecto sorpresa en la lectura de cuadros de difícil interpretación. En La condición humana II, el pintor belga se dedica al tema del “cuadro dentro del cuadro”, recurrente en toda su producción artística. El sentido es más o menos el siguiente: el cuadro constituye solo un objeto que refleja, más que la realidad, la representación mental que el artista construye de ella. Todo lo que consideramos parte del mundo externo no es más que la proyección de nuestra dimensión interna. El mar, en este caso, es el elemento crucial a la hora de demostrar esta teoría: el artista opta por “fijarlo” inexorablemente en el lienzo, pero ¿cómo se puede considerar realista esta operación si no existen olas sin movimiento? El mar de Magritte, en su inmovilidad irreal, se hace eco de la condición humana.”