Quebec tiene como eslogan “Je me souviens” (Recuerdo), frase que, para los más de 500.000 habitantes de la ciudad, no solo significa hacer honor a las lecciones del pasado, sino también el placer de preservar sus monumentos y tradiciones disfrutando al mismo tiempo de libertad y haciendo muestra de su “joie de vivre” (alegría de vivir). Descubre el encanto de esta histórica ciudad portuaria mezclándote entre los quebequenses, gentes de carácter relajado, en sus plazas llenas de historia, magníficos museos, restaurantes donde se degustan productos frescos y parques encaramados en lo alto del promontorio donde se alza parte de la ciudad.
La ciudad de Quebec fue una de las primeras colonias europeas del continente. La fundó en 1608 el francés Samuel de Champlain a orillas del río San Lorenzo como puesto de comercio de pieles. Hoy, la mayoría de sus habitantes mantienen con mimo el idioma francés y las tradiciones galas, aunque los colectivos de inmigrantes de más reciente llegada han hecho también su aportación a esta diversidad cultural.
Para comenzar, lánzate a explorar el casco antiguo (conocido como “le Vieux-Québec”) a pie o en bicicleta. Todas las atracciones históricas y familiares principales se encuentran a poca distancia del Vieux-Port, el antiguo puerto de Quebec.
Curiosea en sus tiendas y disfruta de los productos frescos de la zona en los históricos edificios de piedra del Petit Champlain, el distrito comercial más antiguo de Norteamérica. Admira la Iglesia de Notre-Dame-des-Victoires, de elaborada decoración, que se alza en la Place Royale de la parte baja de Quebec.
En la Rue du Petit Champlain puede tomarse el funicular que sube hasta la parte alta. Disfruta de las magníficas vistas del río que se divisan desde la terraza Dufferin, un paseo que discurre por el borde del promontorio, o ponte en movimiento en Battlefields Park.
Uno podría pasarse días en el casco antiguo de Quebec, aunque tampoco hay que perderse otras partes fascinantes de la ciudad. Saint-Roch, por ejemplo, es famoso por sus artistas, bares de moda y galerías. También merece la pena hacer una excursión a las cataratas de Montmorency, que en invierno se congelan.
Si te apasionan la historia, el arte, la alta cocina, las compras y los deportes de invierno, la visita a la ciudad de Quebec es una experiencia de la que no te arrepentirás. El Aeropuerto Internacional Jean Lesage se encuentra a poca distancia por carretera de la ciudad y permite llegar hasta los increíbles parajes naturales de Canadá.