El lugar es muy bonito, pero la habitación tenía muchas humedades de la bañera, el aire acondicionado era casi testimonial y el wifi casi inexistente (si no pagas 3€ al día por el premium).
Nos encantó el lugar, las piscinas son preciosas aunque pequeñas para todos los alojamientos que hay, los jacuzzis la mayoría estropeados.
Para comer hay que desplazarse a otro hotel y la comida es bastante mala, por lo que considero que no vale la pena comer en el hotel con la gran oferta gastronómica de calidad que existe en la isla.
Por otra parte, los gatos campan a sus anchas ya que las trabajadoras de limpieza los alimentan muy bien. Se meten en el apartamento, ocupan las tumbonas de la terraza o incluso se meten en el comedor y en varias ocasiones vi como miccionaban en los muebles del mismo, bastante anti-higienico.
Por otra parte, la animación o las actividades como el Yoga no está pensado para españoles, ya que los animadores no saben hablar ni una palabra en castellano.