Ubicada junto al pintoresco monte Naranco, la iglesia de San Miguel de Lillo es un importante punto de referencia histórico y religioso para la ciudad de Oviedo. Si la visitas en verano, disfrutarás del contraste entre su exterior dorado y la vegetación de los alrededores, mientras que, si vienes en invierno, podrás dar un paseo por el bosque de lo más evocador.
Una de las razones por las que San Miguel de Lillo es un lugar tan preciado es que lleva en pie muchos siglos: su construcción data del 842d.C. y, aunque al principio se dedicó a santa María, en el sigloXII el patrón pasó a ser san Miguel. El edificio que ves en la actualidad es solo un tercio de la construcción original, ya que parte de la iglesia se derrumbó en la Edad Media. A pesar de ello, se ha logrado conservar la entrada y la ornamentación.
Sorprenden, por ejemplo, los contrafuertes de los muros exteriores y las aberturas de las ventanas. De hecho, si te fijas bien, podrás ver el nivel de detalle de la celosía de piedra. Al otro lado de la imponente puerta se esconde la sillería del coro y el inicio de las tresnaves. Las columnas que rodean la iglesia presentan una amplia variedad de símbolos religiosos decorativos.
Durante el recorrido te llamarán la atención otros detalles, como los motivos bizantinos y norteafricanos debajo de los arcos, o los dosconjuntos de escaleras de piedra, que han logrado resistir a lo largo de los años. Para garantizar la preservación del edificio, la Unesco declaró San Miguel de Lillo Patrimonio de la Humanidad en 1985.
La entrada a San Miguel de Lillo es gratuita los lunes, mientras que durante el resto de la semana hay que pagar una pequeña tarifa de admisión. Se hacen descuentos todos los días a los grupos de más de 20personas, así como a los niños de entre 8 y 14 años de edad. Te recomendamos consultar el horario con antelación, ya que varía según la temporada, es decir, abre más tiempo en verano y menos en invierno. Asimismo, hay aparcamiento gratis en los alrededores y algunas plazas fuera de la iglesia.