Muestra de la grandeza y la opulencia europeas, los Jardines Reales de Turín simbolizan el poder que la Casa de Saboya ejerció sobre la ciudad durante su reinado. Carlos Manuel II de Saboya, que también construyó el Palacio Real situado detrás de los jardines, encargó al famoso paisajista André Le Nôtre este importante proyecto.
Durante el paseo podrás admirar el resultado de su concienzudo trabajo. Los jardines están muy bien conservados y su aspecto se asemeja mucho al diseño original del siglo XVII. Está dividido en dos partes, la sección superior y la sección inferior. En el proyecto de Le Nôtre destaca la fuerza de la simetría, que crea una perspectiva general aún más amplia. Si tienes prisa, empieza por la parte superior, que suele considerarse más atractiva.
Tras la época napoleónica, la zona inferior se degradó considerablemente, debido a los constantes saqueos y asaltos al palacio y a los jardines. Es posible apreciar la influencia tradicional francesa de Le Nôtre en los jardines, aunque salpicada de estatuas y reformas modernas. Como es lógico, en los meses más cálidos, el jardín tiene mayor atractivo, pero también merece la pena visitarlo en invierno.
No te pierdas la Fontana dei Tritoni de Simone Martinez, ubicada en el lago artificial del jardín: es un marco ideal para sacar una buena fotografía. La fuente está formada por un complejo diseño de tritones que surgen desde las profundidades del mar, junto a una ninfa subida a un carro guiado por cisnes.
Los jardines son un bonito regalo a los ciudadanos de Turín, creados con la intención de acercar a la ciudadanía moderna la monarquía tradicional que representa el Palacio Real. En el parque se celebran festivales culturales, picnics e incluso partidos de fútbol de aficionados.
Los Jardines Reales de Turín se encuentran junto a la plaza Castello y se pueden visitar de forma gratuita cualquier día de la semana. Se recomienda precaución a quien se adentre en el parque de noche.