La catedral de Turín, consagrada a San Juan Bautista, ocupa el mismo lugar, junto al Palacio Real, desde 1498. Su construcción llevó siete años y se realizó sobre las ruinas de tres basílicas. La mayor de ellas también estaba consagrada a San Juan las otras, a San Salvador y a Santa María de Dompno.
La Catedral, mezcla de arquitectura renacentista y barroca, se divide en tres partes: el campanario, la capilla de la Sábana Santa y la iglesia. Estas tres estructuras se construyeron en tres siglos distintos. El campanario, edificado en 1469, es la parte más antigua mientras que la capilla fue la última ampliación, completada en 1694, después de casi 28 años de construcción.
El objeto principal de la peregrinación a esta catedral es la capilla, y sobre todo, lo que contiene. Muchos creen que Jesucristo fue enterrado con el Sudario de Turín cubriendo su cuerpo. Hay una reproducción del Sudario expuesta al público cerca de la entrada de la Catedral, y se puede visitar todos los días, excepto a la hora de comer. El auténtico Sudario está bajo custodia y solo se puede ver bajo decreto papal la próxima exhibición está programada para el 2025.
No te pierdas la muestra fotográfica del Sudario junto a la entrada, que incluye un negativo en blanco y negro de la sábana. Las imágenes en la Sábana Santa, que se han ido apagando a lo largo del tiempo, se ven con más claridad en esta muestra, que también se puede fotografiar.
Las capillas laterales de la Catedral también merecen la atención del visitante por sus bonitas obras artísticas. Sobre la puerta de entrada hay una reproducción del famoso mural de la Última Cena de Leonardo da Vinci, en este caso en óleo sobre lienzo, que bien merece una fotografía.
La Catedral se encuentra a pocos minutos a pie del centro de Turín, en la plaza San Giovanni. No importa si eres creyente o no, la Catedral de Turín es impresionante en cualquier caso. Puedes recorrerla por tu cuenta o contratar a un guía local para realizar una visita guiada.