Santa Maria del Fiore también es conocida como el “Duomo”, término italiano que designa una catedral. Domina el horizonte florentino la magnífica cúpula del Duomo, considerada por muchos el logro arquitectónico más importante del Renacimiento. En el interior de la catedral, podrás contemplar vidrieras y frescos de maestros italianos y una de las muestras más antiguas de reloj “hora itálica” del mundo. Para muchos, la parte más impresionante de la visita es ver de cerca el propio edificio.
Los planos de la catedral los trazó por primera vez el arquitecto Arnolfo di Cambio en 1294, mientras que su construcción comenzó dos años después. El edificio se consagró en 1436 tras las aportaciones realizadas por diversos arquitectos. Posiblemente la más destacada de ellas sea la de Filippo Brunelleschi, quien diseñó la cúpula. Con sus 45,5 metros de diámetro, fue la mayor estructura de este tipo del mundo, y todavía hoy sigue siendo la cúpula de ladrillo y mortero más grande del mundo. Sube sus 463 escalones (no hay ascensor) para disfrutar de magníficas vistas de la ciudad. La entrada a la cúpula es de pago.
Únete a la multitud en la Piazza del Duomo y detente para contemplar el impresionante exterior de la catedral. En realidad, el mármol rosa, blanco y verde de la fachada fue una adición tardía del templo, que se terminó a finales del siglo XIX.
Sus 44 vidrieras representan escenas del Antiguo y Nuevo Testamento y son de lo más destacado del interior de la catedral. En el interior, no dejes de ver el enorme reloj situado sobre la entrada. El reloj se diseñó en 1443 y es uno de los últimos relojes de tipo “hora itálica” (reloj de 24 horas en el que la última hora coincide con la puesta de sol) que quedan.
Santa Maria del Fiore abre todos los días excepto el 6 de enero (la Epifanía). La entrada es gratuita. A pesar de que las colas para visitarla pueden llegar a ser bastante largas, suelen moverse rápido. Si viajas en grupo y sois más de cuatro personas, es posible que tengáis que alquilar una audioguía o guía de radio.