Durante décadas (desde 1934 hasta 1963), la mera mención del nombre de Alcatraz en un tribunal provocaba miedo, terror y pesadillas de que enviaran a uno a esta austera y solitaria fortaleza. Incluso vista desde el continente, la rocosa isla, ahora declarada Parque Nacional, todavía evoca intensas imágenes de sombrío aislamiento. Es un sitio aprensivo que una vez albergó a algunos de los delincuentes más peligrosos del país, entre los que se encontraron Al Capone, George “Machine Gun” Kelly y Alvin “Creepy” Karpis.
A la Isla de Alcatraz, ubicada en la Bahía de San Francisco, se puede llegar en un trayecto de unos 15 minutos en los ferris de Alcatraz Cruises desde el Pier 33 en el Embarcadero. El billete de ida y vuelta incluye una audioguía informativa para una visita por las celdas. Una vez en la isla, puedes optar por una visita guiada gratuita con uno de los voluntarios o guías del Parque Nacional, o bien visitarla por ti mismo con uno de los folletos del ferri.
A diferencia de los antiguos reclusos, tú eres libre de recorrer la isla a tus anchas. Descubre el lugar en el que se construyó el primer faro de la costa oeste de los Estados Unidos, originalmente erigido en 1854 y reconstruido en 1909. La visita al interior de la infame prisión pasa por los bloques de celdas, que una vez albergaron lo peor de lo peor, y por el patio de ejercicios amurallado desde el que comprobarás lo tentadoramente cerca que parece estar San Francisco.
En los 29 años de funcionamiento de Alcatraz como cárcel de máxima seguridad, intentaron huir 36 prisioneros. Seis fueron abatidos y 23, atrapados. El resto aparentemente se ahogó en las gélidas aguas de corrientes traicioneras.
El intento de fuga más célebre es el que se produjo en 1962, en el que tres reclusos consiguieron excavar un agujero en la pared con instrumentos básicos, como cucharas. Dejaron unos maniquíes de ellos mismos en las camas como señuelo. Al parecer, lograron llegar a nado hasta el continente y nunca jamás se les encontró. Un año más tarde se clausuró la prisión.
Puedes quedarte todo el día en la isla hasta el último ferri, que sale a las 16:25, aunque la mayoría solo pasa unas dos o tres horas allí. En verano, también hay disponibles visitas nocturnas. Es un destino muy conocido en los viajes a San Francisco, sobre todo en verano, por lo que es preferible comprar el billete de ferri con antelación.