Hoteles históricos en Mondragón

En tus planes, puedes incluir un recorrido por los monumentos históricos durante tu viaje a Mondragón. No pierdas la oportunidad de admirar monumentos interesantes o empaparte de su ambiente universitario, entre la gran variedad de actividades disponibles.

Pension Mondra es una pensión disponible en Expedia que te encantará si te apasiona la historia. Portalón se encuentra a pocos pasos.

En Mondragón encontrarás 4 opciones de alojamiento que puedes reservar en Expedia, pero no muchos hoteles históricos para elegir.

Mondragón goza de especial popularidad por contar con espacios tan atractivos como Portalón. También podrás ver Cuevas de Oñati-Arrikrutz y Amboto a pocos kilómetros.

Si eliges un hotel histórico, podrás dormir en un sitio reconocido por su importancia histórica. Un castillo, una mansión, un palacio, o incluso una antigua comisaría o un rascacielos pueden convertirse en un hotel histórico, siempre y cuando tengan cierto interés. La arquitectura tradicional o la decoración de época que se conserva en los espacios compartidos o en las habitaciones de los hoteles históricos de Mondragón hace que los huéspedes se trasladen a otros tiempos.

“Hotel patrimonial” se usa más en algunas regiones, mientras que en otras se prefiere “hotel histórico”, aunque sus significados son bastante similares. El edificio y la arquitectura son lo más importante de los hoteles históricos. En el caso de los hoteles patrimoniales, lo más importante es su valor cultural y su contribución a la comunidad.

Los hoteles cuentan con los servicios modernos y las medidas de seguridad que buscas, aunque se hace todo lo posible por mantener la decoración tradicional y las fachadas originales. Las instalaciones con los que cuenta normalmente un hotel moderno, como habitaciones privadas con baños cómodos, calefacción, aire acondicionado y conexión a internet de alta velocidad, también suelen estar disponibles en los hoteles históricos. No te preocupes, elegir un hotel histórico en Mondragón no implica alojarse en un lugar anticuado o incómodo.