Durante muchos años, el castillo Aragonés fue la principal fortaleza de Taranto. Esta construcción del siglo XV a la orilla del mar ocupa el lugar de las anteriores estructuras normanda y bizantina y se diseñó para proteger el canal de la ciudad aprovecha tus viajes a Taranto para visitarla. Durante todo este tiempo, el castillo también ha servido como prisión y como cuartel de la marina. Hoy en día, además de ser una atracción turística, alberga la sede de la Marina Militare italiana. Al explorar sus salas, sus pasillos y sus pasajes, verás reliquias que abarcan casi 3.000 años de historia.
Para llegar al castillo, atraviesa el puente giratorio desde el barrio moderno de Taranto. Cuando entres al complejo, gírate a la izquierda y verás la capilla renacentista de San Leonardo. Adéntrate en el patio principal y admira las salas con bóveda de cañón que fueron en su momento barracones militares. Contempla también las escaleras reales, que reciben ese nombre porque eran las que utilizaban los reyes que se acercaban a visitar el castillo. Por todas partes verás baterías, cañones y balas de cañón.
Visita la pequeña sala que utilizaban para torturar a los prisioneros. En el techo hay un agujero diseñado para que el eco de los gritos de dolor se extendiera por todo el castillo y asustara a los demás detenidos. En algunas salas del castillo podrás ver piezas recuperadas de este lugar, como algunos objetos de cerámica de los siglos XIII y XIV.
El castillo abre todos los días y se puede recorrer únicamente con una visita guiada gratuita. Se ofrecen varias visitas a lo largo del día y de la noche y duran unos 90 minutos. La mayoría son en italiano, pero también las hay en inglés. Encontrarás más detalles en su sitio web.
Al salir del castillo Aragonés, contempla las ruinas del templo de Poseidón, situado justo al lado. Lo único que se conserva de esta estructura del siglo VI a.C. son dos columnas dóricas. Aprovecha para recorrer el resto de monumentos de la ciudad vieja de Taranto, donde se encuentra el castillo.