La catedral de San Cataldo, que puedes visitar en tus viajes a Taranto, lleva casi 1.000 años siendo un lugar de culto católico. Dentro de este edificio del siglo XI se encuentran los restos del adorado santo patrón de Taranto y muchas obras de arte religioso con varios siglos de antigüedad.
La basílica se construyó sobre una catedral anterior, que ya ocupaba el espacio de un antiguo asentamiento cristiano. Está dedicada a san Cataldo, un monje irlandés del siglo VII que naufragó en la costa sur de Italia y llegó a ser obispo de Taranto.
Antes de entrar, admira la preciosa fachada barroca del siglo XVIII. Está decorada con grabados de ángeles y santos, además de una estatua de san Cataldo sobre la ventana central.
Una vez dentro podrás contemplar los frescos y las obras de arte del vestíbulo. Entre ellos destaca la representación de san Cataldo resucitando a un hombre agonizante, del siglo XVIII, y la del santo entrando a la ciudad, original del siglo XVII. Al lado verás una pila bautismal cuyo origen se cree que se remonta al siglo X.
Recorre las naves, separadas por columnas con capiteles decorados con animales, piñas y angelitos. Fíjate también en el mosaico del suelo, en el que aparece Alejandro Magno llevado al cielo por dos grifos.
Después, pasa por la capilla barroca de San Cataldo, adornada con mármol polícromo y con estatuas en nichos. En ella se conservan los restos del santo. Acércate a la capilla del Santísimo Sacramento, que también está decorada en estilo barroco. Desde la nave central, baja las escaleras hacia la cripta para ver los frescos del siglo XII en sus muros.
La catedral de san Cataldo se encuentra en el centro histórico de Taranto. Puedes llegar en autobús desde la estación central de la ciudad. La iglesia abre todos los días por la mañana y por la tarde, aunque cierra unas horas durante el almuerzo.