Aunque la mayoría de los turistas dedican la mayor parte de su tiempo a Staré Město, la Ciudad Vieja, los viajes a Praga no están del todo completos sin cruzar el río y visitar Malá Strana. Haznos caso, porque no te arrepentirás. La zona constituye uno los distritos más pintorescos y románticos de la capital checa, un rincón en el que los edificios barrocos se arraciman en calles adoquinadas, y donde numerosos parques y jardines bellamente cuidados acogen a quienes buscan descansar entre la vegetación.
El vecindario de Malá Strana surgió a la sombra del castillo y acogía a los ciudadanos ricos que trabajaban en la administración de la ciudad. Si paseas por sus calles, verás residencias impresionantes, muchas de las cuales se han reconvertido en tiendas, restaurantes y empresas comerciales.
La plaza de la Ciudad Pequeña es el espacio central del barrio y un bullicioso núcleo del transporte. La preside el monumento más característico de Malá Strana: la iglesia de San Nicolás, un templo barroco donde han actuado algunos de los mejores compositores, como Mozart y Bach, y cuya cúpula verde es un elemento emblemático del perfil urbano de Praga.
Además de arquitectura histórica, Malá Strana también esconde varios museos interesantes. En el Museo KGB podrás examinar distintos equipos de laboratorio de la era soviética, el Museo Kampa acoge exposiciones de arte contemporáneo y el Museo Checo de Música, ubicado dentro de una antigua iglesia barroca, guarda instrumentos musicales singulares. También se encuentra en la zona el Museo Franz Kafka dedicado a este gran autor checo, donde podrás examinar valiosas primeras ediciones, manuscritos, cartas y otros muchos objetos.
Cuando los pies te pidan un descanso, podrás elegir entre los muchos parques y jardines frondosos de la zona. En los coquetos jardines Wallenstein, los orgullosos pavos reales pasean por los terrenos de un palacio del sigloXVII y, en el jardín Vrtba, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, podrás desconectar de todo en una atmósfera más íntima. O, si lo prefieres, en parque Kampa, a orillas del río, encontrarás algunos de los bebés de David Černý, una serie de esculturas de niños gateando de gran tamaño.
Para terminar tu recorrido por este coqueto barrio, acércate a las tiendas de recuerdos y artesanía de la calle Mostecká. Este animado tramo está repleto de boutiques donde se vende de todo, ya se trate de artículos de cristal, obras de arte o productos para el cuidado de la piel.
Malá Strana se encuentra en la orilla oeste del río Moldava. Para llegar, puedes caminar por el puente de Carlos o tomar el metro hasta la estación de Malostranská.