Zambúllete en las aguas turquesas de esta isla paradisíaca, déjate acariciar por la brisa marina y explora sus paisajes volcánicos. Practica deporte en sus playas, sé testigo de la historia de un transatlántico varado y contempla imponentes atardeceres desde sus miradores. La combinación vuelo más a hotel a Fuerteventura es la manera más sencilla de pasar unos días maravillosos en esta isla privilegiada.
Los amantes del deporte se divertirán en una isla que combina mar y desierto. Dispones de 150 kilómetros de playas donde practicar surf, windsurf y kitesurf, además de submarinismo.
Los viajes a Fuerteventura están siempre plagados de aventuras: alquila un coche para recorrer los 1.600 kilómetros cuadrados de la segunda isla más grande del archipiélago canario y descubre los mejores rincones de los seis municipios que la conforman: Puerto del Rosario, Betancuria, Antigua, Tuineje, Pájara y La Oliva.
Visita el parque natural de las Dunas de Corralejo, 2.600 hectáreas de arena blanca junto al mar azul. Frente a Corralejo divisarás la Isla de Lobos y podrás contemplar también los volcanes de Lanzarote en la distancia. Al caer la tarde, asegúrate de llegar a tiempo para ver la puesta de sol en la Playa de Cofete, al sur de la isla.
Pasea por la plaza principal de Betancuria y visita las cuevas de Ajuy, en Pájara. Dirígete a Antigua y haz un alto en la capital, Puerto del Rosario. Disfruta de un menú costero en Caleta de Fuste, un enclave turístico que conserva el encanto canario, y prueba el queso majorero con Denominación de Origen de la isla.
No te pierdas las vistas en el Mirador de Morro Velosa, desde donde podrás divisar la mitad norte de la isla, y haz una parada para descubrir los restos del transatlántico American Star, varado en 1994.
Reserva uno de nuestros viajes baratos a Fuerteventura y disfrutarás de unos días inolvidables de sol, playa y aventuras. Para acceder a la isla vuela hasta el aeropuerto de la isla, a cinco kilómetros de la capital. También podrás llegar en barco y ferri desde las islas vecinas.
Afirma el dicho que a Fuerteventura se llega llorando y se va uno llorando, así que deja que la brisa se lleve las penas y extienda tus risas en un eco tan interminable como su perenne verano.