Gracias a su ubicación en lo alto de una colina, la basílica de Notre-Dame, o Basilique Notre-Dame de Fourvière, es visible desde casi cualquier rincón de Lyon. Esta estructura no solo es un símbolo de la ciudad, también es uno de los lugares más populares de Lyon. Su decoración interior, llena de elementos dorados, resulta extravagante en sus excesos, y su ubicación privilegiada permite disfrutar de vistas espectaculares de la ciudad.
La basílica se construyó sobre un antiguo foro romano, se consagró en el año 1896 e incluye elementos decorativos bizantinos y románicos. Como ocurre con el Sagrado Corazón de París, su construcción fue posible gracias a las donaciones, y su fin era mostrar el poder de la Iglesia católica ante el aumento de los poderes seculares y agradecer a Dios la retirada de las fuerzas prusianas durante la guerra franco-prusiana.
Al acercarte a la basílica, alza la vista para apreciar bien su majestuosidad: consta de cuatro torres octogonales y un campanario coronado por una estatua dorada de la Virgen María. Aunque la fachada exterior es relativamente austera, el interior impresiona.
Lo primero que captará tu atención es la minuciosidad de sus detalles. Mires donde mires verás elementos dorados, mármol, cristal policromado, mosaicos intrincados y frescos coloridos por todas partes. Fíjate en la profusión de detalles ornamentales de todo cuanto te rodea. Después, baja para visitar la gran cripta de San José.
Después de explorar la basílica, acércate a la capilla de la Virgen, justo al lado, con una terraza que permite disfrutar de vistas de toda la ciudad. Llévate la cámara para poder tomar fotos del paisaje urbano. Prueba a identificar los monumentos más importantes, como la catedral de Saint-Jean y el rascacielos Tour de la Part-Dieu. Si el día es despejado, quizá puedas ver el Monte Blanco.
Ya que estás en la zona, visita también los Musées Gallo-Romains y los teatros romanos, también en la cima de la Fourvière.
La entrada a la basílica es gratuita. Hay disponibles visitas guiadas de pago. Es posible llegar a la basílica por senderos peatonales, pero la subida puede cansar. Si no quieres hacer ejercicio, puedes tomar el funicular, que sale de la estación de metro Vieux Lyon.