Si eliges uno de nuestros viajes a Kalamaja, incluye en tu itinerario la prisión fortaleza marina Patarei, un complejo estatal que sirvió de prisión durante muchas décadas. Aunque permanece cerrada al público, los visitantes pueden recorrer el paseo Beeta para disfrutar de amplias vistas de esta cárcel abandonada.
Patarei se construyó como fortaleza en 1828 por orden del entonces zar ruso NicolásI. El gigantesco complejo se utilizó como batería y cuartel antes de convertirse en prisión, una función que desempeñó entre 1920 y 2004, cuando finalmente se cerró.
Desde entonces y hasta 2016, el edificio vacío se convirtió en una especie de museo de facto, un lugar al que acudían los turistas para recorrer los pasillos abandonados y las deterioradas instalaciones. Durante todos estos años, se podía deambular libremente por los corredores cubiertos de grafitis y verlo todo, desde las celdas de la prisión con paredes adornadas con imágenes de estrellas pop hasta las oficinas administrativas, el hospital penitenciario y una biblioteca cuyas estanterías aún estaban repletas de libros. El complejo contaba también con su propia sala de ejecuciones para los condenados a la horca.
Aunque ya no es posible entrar en el recinto, sí que puedes ver la prisión desde fuera recorriendo el paseo Beeta, de doskilómetros de largo, que conecta Kalasadam con el puerto de Noblessner.
Al contemplar la enorme fortaleza desde lejos, es difícil no reflexionar acerca de las tenebrosas historias que, muy probablemente, tuvieron lugar entre sus muros. Durante la época soviética, aquí encerraban a los conspiradores capitalistas y a otros enemigos del estado, y el trato seguramente fue de todo menos amable. En la actualidad, constituye un recuerdo imborrable para las víctimas de los regímenes nazi y soviético, y un símbolo de resistencia contra estos poderes corruptos.
La prisión fortaleza marina de Patarei está situada en la costa báltica, a las afueras de Tallin. Aunque se encuentra a solo diezminutos en coche del casco antiguo, comprobarás que da la sensación de estar a un millón de kilómetros de distancia. Quizá te apetezca combinar esta excursión con una visita al puerto de hidroaviones de Lennusadam, que está situado en los alrededores y acoge exposiciones del Museo Marítimo de Estonia.