Quienes configuren sus viajes a Molde en coche desde el norte, llegarán por la Carretera del Atlántico. Esta vía de 35 kilómetros está considerada, tanto a nivel nacional como internacional, como una de las más bellas del mundo. En 2005 fue nombrada, además, la construcción del siglo en Noruega. La carretera te lleva por la boca del fiordo y, si te atreves, puede ser una experiencia intensa y emocionante cruzar los islotes y los puentes bajos con mal tiempo, ya que el viento y las olas del mar abierto llegan a golpear el parabrisas.Otra célebre carretera de la zona es Trollstigen, situada en la vecina Rauma. Trollstigen, o “sendero de los troles”, es la ruta turística más popular del país. Innumerables viajeros acuden a visitarla cada año. Se compone de una serie de curvas cerradas que atraviesan la prolongada falda de una montaña. La conducción es tan complicada que la carretera solo permanece abierta en verano, pero el trayecto te dejará con la boca abierta.
Cuando llegues a Molde, es posible que la ciudad te reciba con música. Si es así, significa que tu visita coincide con el Festival de Jazz de Molde, donde cada año se reúnen músicos de prestigio internacional y un público procedente de todos los rincones del mundo. Molde también celebra el Festival de Bjørnson, un evento anual de literatura con seminarios, debates, talleres de escritura y la visita de autores de fama internacional.
Si te gusta la historia, elige uno de los paquetes de vacaciones en Molde y aprovecha para acercarte a Hjertøya, donde se encuentra el Museo Fiskeri, una aldea pesquera con casas que se han trasladado desde la costa de Vestlandet. Aquí podrás conocer detalles sobre la localidad y la cultura costera tradicional de la región de Molde. En Hjertøya también puedes ver una cabaña de piedra que perteneció al famoso artista de vanguardia alemán Kurt Schwitters, quien vivió aquí en los pasados años treinta. Muy cerca de allí encontrarás una copia de la columna “Grosse Merzsäule”, que erigió él mismo antes de huir del país por la invasión alemana.
Además de la Carretera del Atlántico, la forma más espectacular de llegar a Molde es a bordo del Hurtigruten, que mantiene conexiones con la ciudad todos los días. Molde también dispone de aeropuerto, con vuelos diarios a Oslo, Trondheim y Bergen.