Más allá de una antigua puerta de hierro, un patio privado orientado al sur ofrece sombra desde sus árboles hasta los visitantes que llegan. El murmullo de agua que corre en un viejo tanque de piedra convence a los invitados al salón principal de una casa de pueblo centenaria, una bodega restaurada donde la gente solía traer sus uvas para convertirlas en vino. Este espíritu alquímico aún vive en la casa. En el interior, los muebles ancestrales se mezclan con piezas modernas, lo que hace que la funcionalidad contemporánea mantenga viva la integridad del lugar. El salón se abre a un acogedor porche en el lado norte de la casa. Los rayos del sol juegan sobre la estructura natural de piedra y madera, proyectando sombras a diferentes horas del día. Los alrededores exteriores son tan acogedores como el pintoresco interior. Puedes ver las montañas de Sintra en constante cambio en la distancia. Uno puede encontrar inspiración en la atmósfera algo monástica y contemplativa del espacio.