El pueblo de Giverny está estrechamente relacionado con algunos artistas, especialmente con la pintura. El célebre Claude Monet se mudó aquí en 1883, por ejemplo. Otros pintores de diferentes nacionalidades siguieron sus pasos en los años posteriores y ahora Giverny debe su fama y su atractivo como destino turístico a haber sido el lugar de residencia de Claude Monet.
A los amantes del arte y artistas incipientes les encantará visitar Giverny para admirar la casa y los jardines de Claude Monet. Con 627.000 visitantes en 2014, es el segundo lugar más visitado de Normandía tras el monte Saint-Michel. Te sorprenderán las múltiples facetas de este sitio, protegido como monumento histórico desde el 26 de abril de 1976, comenzando por sus notables jardines, formados por el Clos Normand, un espacio de una hectárea que se extiende a lo largo de la casa, y el jardín acuático, que le sirvió de inspiración para crear Los nenúfares, su serie de extraordinarias pinturas. Amarás la tranquilidad y la belleza de este jardín de inspiración japonesa, desde donde se puede contemplar cómo fluyen las aguas del río Epte por debajo de los puentes en los estanques cubiertos de nenúfares, cerca de un gran sauce llorón y en cuyas orillas abundan el bambú y los rododendros. Busca viajes baratos a Giverny y contempla esta auténtica obra de arte.
Para no abandonar el mundo del arte, no puedes dejar de hacer una visita al Museo del impresionismo de Giverny, dedicado al impresionismo en todas sus formas, tanto en Francia como en otros países. Abierto desde el 25 de marzo al 6 de noviembre, el museo alberga numerosas exposiciones. A los amantes del arte les encantará pasar el día en él, haciendo un pequeño descanso para almorzar en el restaurante del museo.
Aprovecha alguno de los diferentes paquetes de vacaciones en Giverny. Como cada persona tiene sus propios gustos, el pueblo también te ofrece la oportunidad de disfrutar de los espectaculares paisajes de Normandía dando un paseo por el campo. Los senderos Lézard y Astragale te transportarán a través de un caleidoscopio de colores mientras exploras los paisajes más típicos de la región. Verás prados en los que pastan rebaños de ovejas y en los que brotan orquídeas por aquí y por allá, y podrás contemplar los murgers, montículos de piedras que usaban los antiguos granjeros.
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