Sus principales monumentos se remontan a la época de Augusta Praetoria, una colonia romana que dejó el plano ortogonal de la ciudad actual y las antiguas murallas de piedra que rodean gran parte del centro histórico. Aosta también es conocida por sus ruinas medievales, sus iglesias y las residencias de los señores feudales que en la antigüedad se disputaban el dominio del valle. Las pistas de esquí cercanas, el Parque Nacional del Gran Paraíso y otras maravillas naturales hacen de este un destino ideal para cualquier época del año. Además, gracias a la amplia selección de hoteles, spas y centros deportivos y de ocio, te será muy fácil organizar tu viaje a Aosta.
Para descubrir Aosta, puedes empezar por el arco de Augusto, que sirve como puerta de acceso a la parte antigua de la ciudad desde el este. Pocos metros antes, puedes observar los restos de un puente romano que atravesaba el río Buthier. Recorre el decumanus máximus de este a oeste (que hoy recibe el nombre de Via Sant'Anselmo) para llegar al corazón del casco antiguo. Atravesarás las murallas por la Porta Pretoria, que se conserva en buen estado.
Si bajas la Via Abate Chenoux, siguiendo las murallas, llegarás a Piazza Roncas. Aquí, frente al palacio renacentista que da nombre a la plaza, se alza el Museo Arqueológico Regional. Justo detrás del museo se extendía una amplia zona, hoy cubierta parcialmente por la plaza contigua a la catedral: era el Foro Romano, el núcleo alrededor del cual se desarrollaba la vida en Augusta Praetoria. La Via Croix de Ville y la Via de Tillier marcan los límites de la zona comercial, donde encontrarás muchas tiendas de productos típicos del valle. Y no olvides pararte a tomar un café en la histórica pastelería Boch, acompañado de las tradicionales tegole, que son finas galletas de almendra.
Después de reponer fuerzas con este exquisito dulce, puedes continuar por Via Sant'Anselmo. Desde la cercana Porta Pretoria llegarás a Piazza Chanoux, centro de la Aosta moderna, donde se encuentra el Hotel de Ville o ayuntamiento neoclásico. Aquí se celebra cada año desde hace mil años la espectacular feria de Sant'Orso a finales de enero. Hay cientos de puestos que ofrecen artículos artesanales regionales, además de los productos típicos de la cocina local.
Por último, no puede faltar una visita a la catedral, que enseguida vislumbrarás en el centro de la ciudad, gracias a los dos campanarios que sobresalen sobre el Foro Romano. Pasa también por su Museo del Tesoro, donde se exponen las obras más importantes.
Aosta también tiene mucho que ofrecer por la noche. Una de las opciones más populares son las mesas de juego del Casinò de la Vallée, en Saint-Vincent. A la hora de cenar, déjate seducir por la ligereza de la exquisita cocina mediterránea, cuyos ingredientes principales son el aceite de oliva, la pasta fresca y el pescado. Si te gusta el vino, el mejor sitio para descubrir los sabores procedentes de los viñedos de montaña, que pueden alcanzar hasta 1200 metros de altitud, está en la plaza de la iglesia más grande de la ciudad. No pierdas ni un minuto más. Busca paquetes de vacaciones en Aosta y prepárate para una aventura inolvidable.