Primero me dieron una habitación en el último piso, con vistas , si, pero con un ruido a maquinaria insoportable, pues claro, era prácticamente la azotea, con solo un ascensor que subía hasta allí. Bajé, pedí que me cambiaran y me dijeron que solo había una habitación disponible en el tercer piso, que estaba todo completo, lo cual era extraño, pues aún no era semana santa, no había aglomeraciones en el desayuno, como ocurrió tres días después y siguientes. Me tuve que conformar con la habitación del tercer piso, que daba a un patio. Un poco decepcionante, la verdad