Esta obra de arte neogótica es uno de los lugares más populares de Montreal. Durante los meses de verano, miles de personas cruzan cada día las puertas de la Basílica Notre-Dame. Es un símbolo nacional de Canadá, que ha albergado eventos tan importantes como la visita del papa Juan Pablo II en 1984 o la boda de Céline Dion en 1994.
Las dos torres de esta iglesia católica se alzan sobre los bajos tejados de la parte antigua de Montreal. En su momento, la iglesia era el lugar de culto más grande de toda Norteamérica. El exterior de la basílica puede competir con las mejores iglesias del mundo, pero se queda en nada comparado con lo que alberga en su interior.
Entra en la Basílica Notre-Dame y prepárate para quedarte boquiabierto su interior es uno de los más coloridos y complejos de todo el continente. Contempla el brillo dorado de la increíble decoración del altar. Alza la mirada para estudiar la amplia bóveda del techo, donde las estrellas doradas se desvanecen en un azul etéreo.
Descubre la historia antigua de Montreal en las vidrieras presentes por toda la iglesia. Aunque lo más habitual es que las vidrieras muestren escenas de la Biblia, las de la Basílica Notre-Dame representan escenas de la historia religiosa de la colonia Ville-Marie, que llegaría a ser la ciudad de Montreal. Entra en la luminosa capilla de Notre-Dame du Sacré-Coeur y admira el techo de madera de tilo que ha sustituido el original, dañado por un incendio en 1982.
El precio de la entrada incluye una visita guiada de 20 minutos en inglés, disponible dos veces por hora. En verano, si pagas un suplemento podrás disfrutar de una visita guiada de 60 minutos. Incluye la sacristía, las galerías y el baptisterio. En la parte trasera de la iglesia se alza un enorme órgano de tubos. Construido en 1891 por la compañía canadiense Casavant Frères, el órgano está perfectamente conservado. Con un pequeño suplemento es posible observar desde el balcón como el organista toca este instrumento antiguo.
La Basílica Notre-Dame se alza en el centro de la parte antigua de Montreal y se divisa desde varias manzanas a la redonda. Está cerca de paradas de metro y autobús. Puede ser complicado encontrar aparcamiento, pero hay un garaje de pago en las inmediaciones.