El hotel tiene una ubicación inmejorable, frente a la playa, los horarios de desayuno y cena algo adelantados a los horarios habituales ya que el 80% de los huéspedes son británicos, con adaptarse es suficiente. El buffet también está muy adaptado a los gustos ingleses y aunque hay de todo no es muy variado. Por cierto, la bebida va a parte. Una cosa que no me gustó del desayuno es que tienen máquinas de zumo pero no es zumo, es refresco de naranja, y con lo fácil de conseguir y barato que es el zumo en este país es una pena. La habitación espaciosa y el baño también, lástima que con el lavabo tan enorme que tiene solo tenga un seno para usar. La única piscina que hay es grande pero al usarla niños y adultos se queda pequeña. Puedes perfectamente estar en la zona de la piscina e irte a bañar a la playa ya que hay un acceso directo a la playa. Hay gente que deja la toalla en las tumbonas en la zona de la piscina y no la pisa hasta la tarde, en pleno agosto está todo lleno y eso es una falta total de respeto y un descontrol por parte del hotel. Por último el hotel tiene parking limitado y en la zona es imposible encontrar sitio, paciencia para aparcar.