El recorrido comienza en un pequeño pueblo de montaña situado a más de 1.000 metros de altitud. Procedemos a pie por huertos y campos hasta llegar al curso alto del impresionante desfiladero, que luego descendemos por un verde bosque de laureles y brezos. Nos acompaña una rica variedad de flora y fauna. Observamos la evidencia geológica de la actividad volcánica pasada y obtenemos información sobre cómo ha evolucionado el paisaje con el tiempo. Un balcón natural ofrece a los visitantes vistas inigualables de la costa. Continuamos por el borde del cañón, pasando por asentamientos en desuso que en su día fueron hogar de arrieros que atravesaron esta ruta con su ganado. El sonido del agua corriente y la presencia de tuberías antiguas indican la existencia de galerías subterráneas. En una encrucijada, observamos un gran árbol de laurel centenario y extensas cuevas volcánicas. Esta ubicación ofrece una excelente oportunidad para conocer la historia geológica de la isla y su evolución a lo largo de millones de años. Al final de la caminata, cruzamos huertos y plantaciones de plátanos para llegar a un pueblo típico donde compartimos nuestras impresiones de esta experiencia extraordinaria.