La maravillosa corona de los Alpes cotenses, dominada por la afilada silueta del macizo del Monviso, sirve de marco a la imponente mole de este castillo, situado a unos 40 kilómetros de Turín.
Construida en el siglo XIII como puesto militar avanzado, la fortaleza sufrió una importante remodelación en el siglo XV gracias a Valerano, el ilustrado gobernante del marquesado de Saluzzo, que la transformó en una fastuosa residencia familiar en la época del establecimiento del feudo de La Manta. Fue Valerano quien quiso enriquecer la Sala Baronial con los hermosos frescos que hoy se erigen como testimonios únicos de la cultura caballeresca de la época. En el muro sur, el mito de la eterna juventud, inspirado en el relato caballeresco del “Roman de Fauvel”, está representado por la fuente de la juventud, coronada por el dios del Amor.
En el lado opuesto de la sala, los nueve dignatarios y las nueve dignatarias de la antigüedad clásica nos vigilan. Con su atuendo del siglo XV, encarnan los ideales caballerescos de las virtudes militares y morales. A mediados del siglo XVI, el complejo del siglo XV fue renovado de nuevo, y de esta época data la Sala de las Grotescas. Este espacio presenta un maravilloso techo decorado con pinturas y estucos de clara impronta manierista, inspirados en los de las logias de Rafael en el Vaticano.
Merece la pena visitar los espacios de servicio, como las bodegas y la gran cocina, con su techo abovedado y su inmensa chimenea; la iglesia del castillo, mandada construir por Valerano y adornada con importantes frescos sobre la Pasión de Cristo; y, por último, pero no por ello menos importante, los amplios y sombreados terrenos, que ofrecen una encantadora vista de las encantadoras laderas del valle del Varaita.
El Castillo de Manta forma parte del proyecto “Los Duques de los Alpes”, un itinerario centrado en la historia de la Casa de Saboya.