Salimos de Londres y viajamos a tu primera parada, la impresionante ciudad de Canterbury. Este centro histórico es famoso por su rica historia, su arquitectura medieval y su importancia religiosa y cultural.

La catedral de Canterbury, sede del arzobispo de Canterbury (cabeza de la Iglesia de Inglaterra) y Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, atrae naturalmente a un flujo constante de visitantes.

No sólo eso, sino que realmente es también una espectacular obra de ingeniería y un asombroso ejemplo de arquitectura gótica, desde sus agujas hasta sus vidrieras, desde su cripta hasta el santuario de Santo Tomás Becket.

Más allá de la catedral, encontrarás la ciudad de Canterbury… un laberinto de calles medievales, cafés encantadores, museos y galerías fascinantes, y tiendas más que suficientes para tentarte durante la pausa del almuerzo.

A continuación, nos dirigimos a la fortaleza medieval del Castillo de Dover. Probablemente hayas oído hablar de los Acantilados Blancos de Dover… ¿pero conocías el castillo? No lo olvidarás fácilmente después de hoy. Dada su posición con vistas al Canal de la Mancha, no es de extrañar que sea famosa por su importancia histórica y estratégica.

Aquí también hay opciones para tomar un refrigerio rápido e instalaciones de confort.

Y lo que sigue; evidentemente, los Acantilados Blancos de Dover. Llamativos e icónicos, estos acantilados blancos son conocidos en todo el mundo. Pero ¿cómo son tan blancas? Se debe a la piedra caliza blanda y blanca que se acumuló durante millones de años para darles esta textura y aspecto calcáreos.

A lo largo de la historia, los acantilados han servido tanto de fortificación natural de la costa inglesa como de simbólica bienvenida a los viajeros que llegaban por mar. Están deseando darte la bienvenida (aunque desde tierra… obviamente).

Tras contemplar el estrecho de Dover, te despides de Kent y regresas a Londres.