Puede que Lanzarote y Fuerteventura sólo estén a 30 minutos de distancia, pero desde el punto de vista paisajístico están a años luz. Te llevaremos a la isla del norte para descubrir sus paisajes lunares, sus valles cubiertos de palmeras, sus viñedos volcánicos y sus pueblos encalados. Teresa, una de nuestras expertas guías locales, dice: “Los vinos de Lanzarote son fruto de nuestro ingenio para convertir en arte la destrucción causada por la Madre Naturaleza, un hilo conductor que entrelaza al isleño con el paisaje”.

Tras recogerte temprano, dirígete al puerto para tomar el ferry a Playa Blanca. La acción comienza inmediatamente en el Parque Nacional de Timanfaya, una Reserva de la Biosfera de la UNESCO que alberga más de 100 volcanes. Te sentirás como si hubieras aterrizado en la Luna. Siente el calor bajo tus pies mientras observas cómo la maleza estalla en llamas y un géiser humeante brota del suelo. Teresa dice: “El viaje por los paisajes de lava de la Ruta Lunar está sacado de una película de ciencia ficción”.

También hay una parada en una bodega familiar de La Geria. Disfruta de una degustación de sus vinos, que se elaboran con uvas cultivadas en cavidades circulares húmedas, conocidas como “socos”. Un paseo en coche por el Valle de las Mil Palmeras te abrirá el apetito. Se sirve un almuerzo bufé en un restaurante familiar, que utiliza ingredientes de origen local. Con esta parada, contribuyes a la comunidad local. Para terminar el día, visita los Jameos del Agua. Estos tubos volcánicos fueron convertidos en discoteca por el legendario arquitecto local César Manrique en los años 60