La meseta de Shumen está llena de numerosas bellezas y misterios. Dentro de un día intentaremos desentrañar y disfrutar de algunas de ellas. Los monasterios rupestres de esa zona, guardan muchos secretos para la vida de los monjes. No hay información exacta sobre la época en que se crearon estos monasterios, pero algunos frescos que se conservan muestran que fueron el centro de la vida espiritual durante el Segundo Reino Búlgaro (siglos XIII-XIV). Si deseas lugares históricos y naturaleza, estás en el lugar adecuado.
Salimos de Varna a las 9:00 en dirección a Shumen y, en concreto, al pueblo de Osmar. Llegaremos sobre las 10:00 y sin perder tiempo comenzaremos nuestra aventura. Hay un camino de tierra al final del pueblo, que tomaremos. Tras unos 30 minutos, llegaremos al Monasterio de Kostadinov, donde realizaremos una inspección completa de este hermoso y sagrado lugar.
Una vez hecho esto, nos dirigimos al fenómeno de la roca el Ojo, que es el cuarto centro energético más poderoso de Bulgaria después de Rupee, Tsarichina y Madara.
La siguiente es la Direclia. Para llegar a este monasterio, tenemos que dar un pequeño rodeo y volver por el camino del Monasterio de Kostadin. Tomamos el otro camino hasta llegar al destino deseado. Aquí disfrutaremos no sólo de las celdas del monasterio, sino también de la increíble vista que se abre ante nosotros.
Después de cargarnos con otra dosis de energía positiva, nos dirigimos por un sendero a través del bosque hacia Momina skala. Caminar hasta allí es fácil y muy agradable.
Cuando estemos listos, partiremos de nuevo a través del bosque hacia el que quizá sea el más místico de todos los monasterios de la zona: la Célula. Para entrar en él, es necesario subir una escalera de madera, que está fijada a la entrada del propio yacimiento.
Como postre, está el monasterio Khankrumovsky, un lugar sagrado impregnado de misterio y misticismo. Tras explorar la zona en detalle, es el momento de un breve descanso, de hacer fotos e incluso de meditar ante el telón de fondo de las bellezas que tenemos ante nosotros.
Descansamos bien, bebemos un trago de agua y volvemos al pueblo donde dejamos los coches. Iremos por un camino de tierra, que nos llevará hasta el pueblo de Troitsa.
Desde allí tenemos unos 3 kilómetros por la carretera hasta el pueblo de Osmar y el lugar donde aparcamos.
Una aventura en la que, de un modo u otro, pudimos tocar el estilo de vida de los monjes hesicastas que vivían en estos lugares mágicos. Energizados y sonrientes, decimos “Hasta pronto” y esperamos nuestro próximo reto.