Enclavada frente a la costa de Ciudad de Panamá se encuentra una joya oculta, un santuario de belleza y tranquilidad intactas: Isla Concha. Esta isla barrera de 700 acres, con sus playas inmaculadas y abundantes oportunidades de marisqueo, ofrece a los visitantes una oportunidad única de alejarse de la rutina diaria y sumergirse en el esplendor de la naturaleza.
La aventura a la Isla Shell comienza con un pintoresco viaje en ferry, que es una experiencia encantadora. Mientras el transbordador se desliza sobre las brillantes aguas de la bahía de St. Andrews, los pasajeros disfrutan de vistas panorámicas del paisaje marino circundante. El suave batir de las olas, combinado con el avistamiento ocasional de juguetones delfines o el vuelo de aves marinas, marca el tono de la serena experiencia que te espera en la isla.
Al poner el pie en la Isla de Shell, uno queda inmediatamente impresionado por su belleza natural y cruda. La isla se ha resistido al toque de la comercialización, y sus playas siguen siendo tan puras y vírgenes como las concibió la naturaleza. Las suaves arenas blancas invitan a pasear por la orilla, con el rítmico sonido de las olas como relajante telón de fondo.
Para los que tengan buen ojo, el nombre de la isla delata uno de sus principales atractivos: el marisqueo. Las playas están sembradas de una miríada de conchas, cada una única por su forma, tamaño y color. Desde las delicadas curvas de la concha hasta los intrincados dibujos del buccino, la variedad es asombrosa. Coleccionar estos tesoros naturales se convierte en una actividad meditativa mientras uno escarba en la arena en busca del espécimen perfecto.