Experimenta la relajante atmósfera de un baño turco en Kemer para empezar de la mejor manera tus esperadas vacaciones. Una visita a un hammam el primer o segundo día de tu viaje es la clave para conseguir un bronceado excelente y uniforme, ¡además de elevar tu estado de ánimo y bienestar durante todas las vacaciones!
Los baños turcos se han ganado el reconocimiento mundial. Esta es una de las tradiciones de baño clásicas que ha sobrevivido hasta nuestros días.
La característica principal de un hammam son las condiciones únicas de temperatura y humedad para el baño.
La temperatura en un hammam no supera unos agradables 40-50 grados centígrados. Con una humedad del aire de casi el 100%, el efecto de desintoxicación del cuerpo y eliminación de toxinas en un baño turco es bastante comparable al de las saunas finlandesas incandescentes. Pero al mismo tiempo, una persona no se siente agotada por el calor excesivo.
El procedimiento del hammam incluye cinco pasos: calentamiento del cuerpo, masaje energético (duro, profundo y relajante al mismo tiempo, tras el cual el cuerpo se vuelve ligero y flexible), exfoliación (frotando las partículas muertas de la piel con una manopla dura, el cuerpo se vuelve liso y brillante), enjabonado con jabón caliente y vertiendo agua de una palangana de cobre, y luego relajación en la sala de descanso.
Las propiedades curativas del baño turco se conocen desde la antigüedad. El gran médico y científico árabe Avicena (Ibn Sina) consideraba el hammam uno de los medios más poderosos de curación y tratamiento. Señaló los efectos beneficiosos del hammam sobre la circulación sanguínea, la respiración y la capacidad de perder peso.
El hammam limpia, hidrata y tensa perfectamente la piel, mejora la inmunidad, alivia la fatiga, la tensión nerviosa y también es un remedio maravilloso contra el insomnio y la depresión.