Para ser sinceros esperábamos algo viejo, con un servicio pobre y poco dedicado. Al llegar y ver la fachada la primera impresión fue la esperada, pero al igual que en todo Lisboa, la fachada es eso, fachada, hay que mirar dentro para ver lo que esconde.
La impresión al entrar fue excelente, todo recién muy limpio y ordenado, hay cosas que son normales en un edificio antiguo, pero le da encanto.
El colchón y la limpieza, que al final es lo que importa, son excelente. El colchón es duro pero cómodo, sí que recomiendo llevar almohada propia. Todos los días pasan a hacer la habitación y reponer todo.
La ubicación es excelente, a 10-15min de la plaza Martín Moniz, que es de donde inicia el recorrido el tranvía 28.
Como anotación, hay dos paradas del tranvía 28 a excasos dos minutos.
Recomendable 100℅
