A pesar de su minúsculo tamaño, la isla Tiberina ofrece multitud de perspectivas históricas de gran interés.
Contempla el impresionante exterior de color crema de su pequeña iglesia y estudia las columnas de un antiguo templo. Pasea junto a la orilla del río, que fluye con suavidad, y descubre los desvencijados restos del primer puente de piedra que se construyó en la ciudad.
Mide solo 270metros de largo y 67 de ancho, por lo que no se tarda nada en recorrer la isla Tiberina, que tiene forma de barco, de punta a punta. Por suerte, en el camino hay mucho que ver. Fíjate en la iglesia de San Bartolomé, del sigloX, en el lado oriental de la isla. Esta iglesia, construida sobre el emplazamiento de un templo del sigloIII, consta de una fachada predominantemente barroca, así como un campanario románico que se agregó años después de la construcción inicial. Adéntrate en ella para observar los frescos del techo y la pequeña fuente, decorada con estatuas de Jesús, Bartolomé, Adalberto y OtónIII. Las 28 columnas que separan las naves son reliquias del templo original.
Desde la iglesia, avanza hacia el norte hasta el puente de Fabricio. Se construyó en el año 62a.C. y es uno de los dos puentes que aún comunican la isla con la ciudad. Presta atención a los detalles de los parapetos, decorados con dos pilares que sostienen una figura de Jano, el dios del principio y el final, con cuatro rostros.
Cerca del puente de Fabricio está ubicado el único arco que se conserva del "puente roto", o Ponte Rotto en italiano. Esta estructura, construida en el año 142a.C., se destruyó con una inundación en 1598, cuando el agua ascendió hasta los 20metros sobre el nivel del mar. Admira el relieve del dragón que se eleva sobre el puente. Es un símbolo del papa GregorioXIII y se añadió después de que otra riada dañara el puente.
Para llegar a la isla Tiberina, puedes ir en autobús desde el centro de Roma hasta Lungotevere dei Pierleoni. Desde ahí, la isla está a poca distancia a pie.