El puente de los Zapateros, uno de los más antiguos que cruza el río Liublianica, constituye un paseo muy pintoresco que no te puedes perder en la capital eslovena. El original, una estructura cubierta de madera, se construyó en el siglo XIII aunque, lo que vemos hoy, se diseñó a principios de los años treinta.
El cruce está hecho de piedra artificial y posee varias balaustradas. El nombre se deriva de los zapateros que solían vender su mercancía aquí. Antes de la llegada de este gremio, los carniceros trabajaban también en este mismo lugar, pero el olor de la carne era tan intenso que se les obligó a trasladarse a otra parte y ceder su espacio a los zapateros.
Comprobarás que las vistas del río y de los edificios ubicados a sus orillas son espectaculares desde la zona peatonal del puente y, si te fijas, verás zapatos colgando del cableado eléctrico de los alrededores como tributo a su pasado. Durante el recorrido, escucharás la música de los artistas callejeros que animan la zona.
En el pasado, el extremo sur incluía una estatua de Cristo que ahora puedes contemplar en la iglesia centenaria de San Florián, que también acoge un hermoso fresco de Nuestra Señora de la Misericordia. Te recomendamos volver al río por la tarde para fotografiar el puente bajo la iluminación nocturna.
El puente de los Zapateros se puede visitar en cualquier momento de forma gratuita. Encontrarás paradas de autobús a ambos lados, cada una de ellas a pocos minutos andando de la estructura. Después de recorrer este punto de referencia histórico, aprovecha para visitar otros lugares de interés cercanos, como la plaza de la Ciudad. El castillo de Liubliana es una fortaleza medieval ubicada en la cima de una colina sobre el puente, y puedes llegar andando o en coche, en tren turístico o en funicular. Si te gustan los puentes de aspecto peculiar, la ciudad cuenta con otros muy interesantes, como el del Dragón, el de los Carniceros y el puente Triple, compuesto, en realidad, por tres estructuras.